Durante el desarrollo de un taller de
producción audiovisual que realicé gratuitamente en una universidad
local, propuse la creación de un cortometraje semanal, uno por clase. Años
atrás había llegado a realizar hasta 8 cortometrajes, uno por cada semana y
quería darles la misma experiencia a los alumnos de este taller.
Mientras realizábamos los planeamientos
necesarios para el rodaje del momento, un alumno me pregunto: "Manuel, eso
no es improvisación? los demás me observaron expectantes ante tal pregunta,
esperando quizá un titubeo o alguna muestra de flaqueza por mi parte.
¿Recuerdas todo lo que hemos aprendido en las clases teóricas? pregunté mirando
a todos; pues eso es lo que aplicaremos al realizar nuestro cortometraje.
Sabemos las técnicas, los planos, secuencia, iluminación, ejes, etc. En ese
aspecto no se puede improvisar aquí. Lo único que tenemos que crear en el
momento es la historia.
Improvisar en la realización de un
cortometraje, como en cualquier producción es muy común; un guión siempre se está
cambiando sobre la marcha, se improvisan diálogos, vestuarios, escenografías,
hasta herramientas de soporte audiovisual, pero no podemos improvisar los
conocimientos, pues estos son la base que definirá la calidad de nuestro
producto. De lo contrario nuestra película estaría lleno de errores de
continuidad, planos innecesarios, y un sinnúmero de saltos que,
definitivamente, no hablarán bien de los responsables. El cine como arte está
dispuesto a cambios y transgresiones, siempre y cuando estos puedan ser
sustentados por los autores. En mi opinión, hasta en el cine experimental existe una unidad ideológica, a pesar de la
aparente incongruencia de imágenes, al final se transmite una sensación
intencional lograda por el ritmo de las imágenes, y distintos códigos visuales
involucrados.
En la actualidad existe una carencia de
la teoría cinematográfica en las aulas de nuestra localidad, y no me refiero al
conocimiento que podría tener un cinéfilo como cultura general; sino al
conocimiento teórico del cine, al estudio del lenguaje fílmico en sí, de manera
que la transmisión de lo que deseamos expresar a través de nuestra película
llegue sin dificultad alguna a los espectadores, los cuales se toman el tiempo
de ver nuestro producto esperando una satisfacción que solo podemos
proporcionar con la aplicación nuestros conocimientos del lenguaje fílmico,
complementando ciertamente con la experiencia alcanzada en la práctica.
Por ejemplo, se me puede ocurrir un
cuento en este momento, pero la forma en que la escriba definirá la calidad y
el impacto que tendrá en los lectores. Quiero decir, que así como en la
literatura, en el cine es importante el manejo del lenguaje fílmico, que al
final dará el dinamismo y plasticidad a nuestra película.